miércoles, 20 de abril de 2016

Textos de Madrugada


Anoche me acosté tarde. Y sola. Suelo quedarme esperándole pero normalmente llega tan entrada la noche que no aguanto despierta. 
A él no le importa, dice que le gusta saber que le espero.

Por las mañanas me despierta temprano. Me acaricia despacito la cadera y me hace cosquillas con la barba en el cuello, pero yo me hago la dormida para que siga haciéndolo un poquito más. Con los años he llegado a la conclusión de que se da cuenta, pero aun así sigue haciéndolo, dejándome creer que soy yo quien pone la música.

Me gusta que lo haga.
Me gusta hacer el amor con su cerebro tanto o más que cuando lo hago con él.

Siempre sonríe por las mañanas cuando le doy los buenos días y yo lo hago cuando me besa aun con la sonrisa puesta.
Cada caricia es un mordisco falto de delicadeza y suavidad, como a mi me gusta.

-Ya es de día- me ronronea.

Me hace eléctrica.

Me carga despacio, se deja deslizar dentro de mi y…creo que si me lo pidiera seria capaz de quemar el mundo.

Anhelo todos mis encuentros con él como si fuera a ser la ultima vez, aunque se que siempre va a estar conmigo.

Nunca me ha dicho que me quiere.
Pero no le hace falta.

No tenemos fecha.

No soy capaz de recordar el día que me enamore de mi odio.

 

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